TRADICIONES. EL CARNAVAL
EL CARNAVAL
Todos los años, en el mes de Febrero se celebra el carnaval. Poco a poco la gente se va animando y cada vez se ven más disfraces, aunque todavía siguen siendo minoría. Se hace el paseíllo por las calles y posteriormente se celebra el habitual concurso en el que el jurado se las ve y se las desea para elegir a los ganadores.
Es
esta una de las celebraciones tradicionales, donde se han perdido diversas
costumbres, entre ellas "el juego del cantarillo", diversos cantares populares
como el de ”la culebra en el
castillo”, y los bailes de matiné que eran amenizados por la popular
orquesta ”la Perra Negra” y
posteriormente por los hermanos Batalla.
En
un principio, allá por el año 1950 aproximadamente, los carnavales se
celebraban por todo lo alto; sin embargo el interés por esta celebración ha
ido perdiéndose con el paso del tiempo.
Las
tradiciones dichas anteriormente se realizaban de la siguiente manera:
Los
cantares como el "Redoble",
"La culebra en el castillo" entre otras, eran cantados por mozos y
mozas por las calles y carreteras del pueblo.
LA CULEBRA EN EL CASTILLO
Ya
se murió la culebra
La
que estaba en el castillo
La
que echaba por la boca
Rosas,
claveles y lirios.....
EL REDOBLE
Redoble,
redoble,
Vuelve
a redoblar
Con
ese redoble
Me
vas a matar
Me
vas a matar
Me
voy a morir
Con
ese redoble
Vuelvo
a repetir
Las
de la calle Calero...
El
domingo de carnaval, llamado también "domingo gordo", se tenía por
tradición que los novios llevaran a las novias por primera vez, a su casa a
comer el plato típico de estas fechas que era "coles con buche" (¡Buena
presa para repetir!).
Durante
los días de carnaval, la gente se reunía en la plaza del pueblo para jugar al
tradicional y popular "juego del cantarillo". Este juego consistía en
lanzar el cántaro de barro de unos a otros, colocados éstos en circulo; había
que evitar que dicho cántaro se cayera al suelo, ya que si esto ocurría, el
culpable quedaría eliminado.
Los
bailes y matiné, como decíamos anteriormente, eran muy tradicionales en estas
fiestas. Por las mañanas, el gran matiné era amenizado por "Los Mónicos"
y por la noche se celebraba el gran baile de "La Perra Negra".
En
Carnaval los hombres no tenían costumbre de llevar indumentaria regional, sin
embargo las mujeres lucían una gran indumentaria femenina, que constaba de:
sayas o refajos de paño de diferentes colores (granates, amarillos, verdes...
algunos de estos bordados con motivos florales; faltriquera de pana o paño,
ricamente bordada, picada y con trozos de sobrepaño de diversos colores; jubón
de terciopelo o paño aterciopelado, con puntillas en el cuello y en las
bocamangas; camisa de lino; esclavina de paño o bayeta que, a veces, se
sustituye por los llamados pañuelos de merino o de cien colores; enaguas de
lino, también con diversos bordados, picados y calados; medias blancas o
azules, bordadas y caladas; zapatillas negras, con bordados de flores; zapatos
acharolados; pañuelo a la cabeza,, muy galano y otras veces cintas de
terciopelo en el moño y peineta de nácar. Todo esto se complementa con ricas
joyas, como la gargantilla de cruz de penderique,, y los pendientes de reloj o
de orden liso.
Los
típicos dulces de estas fiestas son: los fritos borrachos, las roscas de sartén,.
las emborracas, las empanadas, que eran elaboradas en casa unos días antes de
comenzar el carnaval, (ésta es una de las tradiciones que aún se mantienen)
El martes de Carnaval se ha venido celebrando el entierro de la sardina, aunque el día correcto es el miércoles. Este acontecimiento consiste en ir andando hasta el merendero, situado junto a la capilla de San Cristóbal, y una vez allí la gente degusta las sardinas asadas y bebe la sangría, preparados unas horas antes para esta celebración. Hace unos años, la gente se vestía de luto para llorarle con gran amargura y con el más sentido pésame a nuestra amiga sardina; después era llevada hasta su tumba en una caja, hecha por la gente del pueblo para enterrarla.
ENTIERRO
DE LA SARDINA
Cuando
el Carnaval casi termina, se le despide llorando de pena. Viudas rigurosamente
vestidas de negro, viudos desconsolados por la muerte anual del Carnaval, curas,
monjas, obispos, cardenales y hasta “papas”, se arrastren por los suelos bañados
en lágrimas por la despedida de un concepto de libertad que ha reinado en los
pueblos tolerantes durante su tiempo de Carnaval.
El
Entierro de la Sardina es, probablemente, el espectáculo más irreverente y
desenfadado de todo el Carnaval. El Entierro de la Sardina anuncia el fin de la
fiesta libertina, del ligue clandestino, y la llegada de la cuaresma, tiempo de
reflexión religiosa y espiritual.
La
Sardina marca la frontera, los límites entre la anárquica locura del Carnaval
y la seriedad. La Sardina marca la vuelta al orden cotidiano y despide el
atrevimiento de los pueblos que, al momento, vuelven a sus quehaceres habituales
después de haber disfrutado. Cuando la Sardina arde en llamas, se desata un
clamor de dolor por su pérdida. Por la pérdida de una Sardina que simboliza el
espíritu del Carnaval.
El
Carnaval , deliberadamente desordenado y confuso es, a la par que agitación
festiva hasta el delirio, orden ciudadano cuidado hasta el extremo. En Carnaval
no hay violencia que valga. No hay enfrentamiento ni discusión. Todo el mundo
admite que en Carnaval la diosa es la broma, el chiste y la irrespetuosidad. Y
como todo el pueblo es consciente de ello, nunca pasa nada. Porque todos
encajamos con resignación la burla a que nos someten los demás, quienes, a su
vez, se ven sometidos por la de otros.