EL LAGAR ANTIGUA FABRICA ARTESANAL DE ACEITE

El lagar era una fábrica artesanal de aceite, desaparecida hace ya mucho tiempo.

Su construcción data del año 1800 (S. XIX). En esta época pertenecía a Don Isidro Saavedra, para pasar más tarde a su hija Teresa Saavedra, y después a su nieto Don Joaquín Gonzálvez de Miranda Saavedra y a sus hijos.

Estuvo en funcionamiento hasta el año 1978, siendo propiedad de Don Jesús Gonzálvez de Miranda Peña.

En el lagar, el aceite se elaboraba artesanalmente. Se componía de un pozo, con una gran caldera que se calentaba con leña, y un molino con tres muelas de granito, al igual que el suelo o base del mismo.

El molino tenía un eje o brazo, al que se enganchaba una mula, que dando vueltas, hacía girar las piedras que molían las aceitunas. De ahí salía el bagazo, que se llevaba en unos cubos a la prensa o castillo.

La prensa se componía de dos piedras de granito, una de base y otra sujeta por un péndulo a una gran viga de madera. En medio se colocaban los cubos o capazos y por medio de un torniquete y unos engranajes de madera, se apretaba el bagazo. Esta operación la realizaban los trabajadores del lagar, con tan sólo la fuerza de sus brazos.

A las pisás se les echaba agua caliente para poder extraer mejor el jugo de la aceituna, éste pasaba a unos pocillos para limpiarlo de impurezas y separarlo de los posos; todo ello se hacía añadiendo sucesivamente agua caliente, de tal forma que según pasaba a los distintos niveles, iba saliendo más limpia, ya que al tener una densidad inferior al agua quedaba arriba.

Terminado este proceso, el aceite se envasaba en unos recipientes de latón, para repartirlos por las casas en burros.

A los niños y niñas, nos encantaba ir al lagar, cuando salíamos de la escuela, a comer las tibornas, esas deliciosas rebanadas de pan tostadas y untadas con el aceite recién prensado y, algunos las comían con azúcar o zumo de naranja. También nos gustaba ver como la mula daba vueltas y vueltas alrededor de la noria, moliendo las aceitunas.

Por otro lado, el lagar estaba dividido en apartados o trojes, que se utilizaban para guardar la aceituna. También tenía cuadras para guardar las mulas.

Daba trabajo a cuatro obreros fijos, mas las personas que iban a moler la aceituna que también colaboraban.

La elaboración del aceite era lenta y laboriosa, por eso los obreros trabajaban hasta por la noche, alumbrándose con candiles y faroles de aceite, hasta que más adelante llegó la luz eléctrica.

Estaba abierto desde diciembre a enero, periodo de recolección de la aceituna; aunque los años de buena cosecha su apertura se prolongaba hasta el mes de febrero.

Además de este lagar, hubo otros dos más, y más tarde se abrió la Prensa, con luz eléctrica y  automática.

Doy las gracias a Don Jesús y Don Francisco Gonzálvez  de Miranda Peña por su colaboración en este artículo.

                                                                                                                     Mª  Carmen D.